Subimos montañas para bajarlas por mantenernos en el camino de la vida»

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Juan Azkarate
Cuando la Naturaleza pone firme al Ejército Suizo

Patrulla de los Glaciares: prueba considerada el mundial de esquí de montaña: 53 kms, nocturna, desnivel acumulado: 4.000 metros

Hijo de un montañero de alcurnia, Manuel Azkarate, Juan llega al Aratz en su Honda FMX. Regresó el domingo de su aventura en los valles suizos. Junto a Martínez de Albéniz y Joseba Sarasola, participó en la Patrouille des Glaciers. – ¿Qué pasó? – Cuando habíamos realizado la mitad del recorrido, 22 kms de los 53, la carrera se anuló por riesgo absoluto de avalanchas. Eran las cuatro de la madrugada de una noche fría y ventosa. Los días anteriores había nevado mucho así que todos los participantes entendimos que no era un capricho de la organización. – Lógico que nadie lo pensara… ¡Es una carrera organizada por el ejército suizo! que aunque oficialmente no existe, haberlo lo hay. – Se celebra desde 1943 cuando las brigadas militares recibieron la orden de vigilar la frontera para evitar posibles invasiones desde las montañas. La organización es perfec ta. Espartana. Estric ta. Moviliza a civiles, coroneles, sargentos, brigadistas. Se usa la tecnología más avanzada tanto para las comunicaciones (los participantes llevamos un GPS donde recibimos las instrucciones de los organizadores) como para los cálculos y los checkpoints de la carrera. La competición se controla por tierra y aire, con camiones, radares y helicópteros. – Y a pesar de todo, de la precisión suiza, de su conocimiento de los glaciares, las nieves y la montaña, la Naturaleza pudo con ellos. – Totalmente. Y ahí está uno de los motivos de la fascinación que sobre nosotros ejerce la Montaña: su increíble poder para hacerte sentir pequeño. Muy pequeño y frágil. Y eso que con nosotros, con Juan, Joseba y conmigo fue más amable que con otros amigos como Mariano Arrazola (hijo de otro gran Mariano, uno de los mejores compañeros de mi padre) y con Agustín Zulueta. – ¿Por qué? – Nosotros participamos el martes. La sensación térmica era de menos 15 grados. Hacía frío, claro, pero no excesivo. Por otro lado, tuvimos la suerte de que la carrera se anuló justo a la mitad del recorrido, con lo cual pudimos hacer un buen trecho, medirnos a nosotros mismos, sopesar nuestra resistencia y nuestro ritmo. Por el contrario, Agustín y Mariano (él me infiltró esa pasión – No fuistéis directamente a Zermatt, de donde sale la prueba, ni llegastéis el mismo día de la competición. ¿Por qué? – Para aclimatarnos. Piensa que la carrera se desarrolla a unos 2.766 metros de altura media. No puedes llegar, ponerte los esquíes y empezar la travesía. Pasamos unos días entre glaciares. Desde nuestro refugio a la montaña (de unos 4.000 metros) que veíamos desde la ventana habría unos 15 kilómetros. Y los hacíamos para, repito, medirnos y aclimatarnos. Durante la competición, recuerdo que mientras subíamos íbamos hablándonos. – ¿ Hablando mientras subíais al col donde ya os quitabáis las zapatillas y calzabáis los esquíes? – Sí, nos pareció que era una buena manera de decidir el ritmo de la ascensión: si podíamos ir charlando es que no íbamos al límite, agotándonos desde el principio. – Confiesas que estás poseído por la pasión del esquí de montaña. Las pasiones no pueden explicarse pero inténtalo. – He tenido otras pasiones deportivas en la vida. Crucé Marruecos hasta Argelia en bicicleta y el desierto me sedujo pero no lo he repetido porque a veces creo que no debes volver sobre tus pasos. La montaña esquiada me atrae porque soy yo quien subo a ella para bajarla. No me lleva un remonte eléctrico, no me transporta una telesilla. Y la bajo no por pistas cerradas sino por rutas casi vírgenes. Y te diré más: en tiempos de zozobra como estos que vivimos, tener una pasión te permite no perder el r umbo, mantenerte en el camino de la vida. – ¿Próximo objetivo? – Realizar la Alta Ruta, de Chamonix a Zermatt, en 3 o 4 días.

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